La salud NO es rentable


Por el Dr. Ángel García, Fecha: 25-01-2015

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La declaración de Alma Ata no fue más que una quimera. Entre el 6 al 12 de septiembre del año 1978 se realizó en Kazajistán el evento más importante en cuanto a políticas de salud de la década de los años setenta, fue un evento patrocinado por la organización Mundial de la Salud, la Organización Panamericana de la salud y la UNICEF, organizado por la antigua Unión de Países Socialistas Soviéticos (URSS). La conferencia sobre atención primaria de salud llegó a la conclusión de la urgente necesidad de tomar acciones por parte de los gobiernos y las organizaciones internacionales para promover un sistema basado en la atención primaria de salud en el entendido de que era la estrategia adecuada para conseguir salud para todos. De allí salió el slogan “SALUD PARA TODOS EN EL AÑO 2000”.

¿Cuál es la razón por la que fue imposible cumplir con las aspiraciones de Alma Ata? La razón es la misma por la que ha sido imposible acabar con las guerras y las diferencias sociales: ECONÓMICA.
La industria farmacéutica está ligada al poder mundial que ha impedido el desarrollo equitativo del mundo, cuyo objetivo fundamental es la ganancia, este poder está detrás de las organizaciones que diseñan las políticas de salud, especialmente para el hemisferio occidental. La mayoría de los gobiernos de los países en “desarrollo” pecan de buena fe al seguir la orientación de estas políticas globales e invierten grandes recursos en la compra de medicamentos para las instituciones del sistema público de salud.
El monopolio de la industria farmacéutica se inicia con el informe Flexner a principio del siglo pasado, Abrahan Flexner fue contratado por John D. Rockefeller para evaluar la efectividad de las terapias que se impartían en las universidades norteamericanas, la intención oculta de este era obtener un dominio sobre los medicamentos y perseguir las técnicas terapéuticas como la Homeopatía y otras técnicas no medicamentosas, lo cual se logró con la creación de la AMA (Asociación Médica Americana) y posteriormente la FDA (Administración de Drogas y Alimentos), la primera reguló los estudios de la medicina, sacando todo lo que no fuese alopático y la segunda regula lo que legalmente debe salir al mercado. Se creó el marco legal para perseguir otras tendencias terapéuticas. Fue así como se apoderaron del mercado de la enfermedad en Norteamérica y en el mundo occidental. Los médicos de los países de la periferia desconocen que antes de la creación de este perverso monopolio, la homeopatía y otras técnicas naturales de curación se impartían en las universidades.
En estos momentos existen estudios que demuestran con suficiente consistencia de que el 97% de la Quimioterapia no funciona y si embargo las instituciones de salud y la mayoría de los oncólogos la continúa usando. Más de la mitad de los pacientes mueren en los primeros dos años de tratamiento y la otra parte sufre recaída cinco o diez años después del tratamiento. Para nadie es un secreto que la quimioterapia produce una destrucción del sistema inmunológico y un daño importante en las células sanas que compromete la sobrevivencia del paciente. Los nuevos medicamentos de esta perniciosa industria son precedidos por campañas que compran la esperanza de millones de pacientes para luego caer en el mismo fraude de Alma Ata. Solo son mejorados en menos efectos secundarios pero a la larga terminan minando la competencia celular del sistema inmunológico y del territorio orgánico en general. La única razón por la que esta terapia se continúa usando es por la inmensa cantidad de dinero que produce para beneficio de las trasnacionales de la industria farmacéutica, cuyos dueños son descendientes de la familia Rockefeller y sus socios mundiales. Lo irónico de esto es que el propio John D. Rockefeller vivió 97 años ayudado por los servicios de su médico de cabecera que no practicaba la alopatía sino la homeopatía. Las trasnacionales dueñas del negocio no les interesa la salud, la salud no es rentable, el negocio es la enfermedad.
La atención primaria es casi nula y solo se reduce a estrategias epidemiológicas para un relativo control de las enfermedades infecciosas. No se toma en cuenta el vertiginoso proceso de toxicidad alimentaria que envenena la población y mucho menos se desarrollan políticas públicas orientadas a la difusión de información de herramientas psicoemocionales para controlar el mal que ha neurotizado la sociedad del momento: EL ESTRÉS.
El individuo actual se convirtió en un esclavo de la medicalización. La propaganda y el dominio casi exclusivo del mercado de la enfermedad por la alopatía han creado la neurosis de Hipocondría colectiva donde las personas buscan soluciones medicamentosas hasta para los malos pensamientos. Es cierto que el paciente perdió su libertad puesto que cuenta con muy pocas opciones a la hora de elegir un tratamiento, pero no es menos cierto que el médico que trabaja en el sistema de salud tampoco tiene mucha libertad de orientar otros tratamientos, el facultativo es una memoria andante que se rige por protocolos terapéuticos diseñados lejos de su comunidad, la casi totalidad de tratamientos con que cuenta un profesional de la medicina es un enlatado sacado de los libros también hechos en los claustros de los centros del poder mundial y que, por supuesto, responden a intereses ocultos.
Nuestro trabajo tiene como propósito fundamental expandir información en torno a otras maneras de abordar las enfermedades principalmente en la intención de integrar tendencias terapéuticas de comprobada ecología y efectividad y que además, sean de fácil manejo para el gran público. En Medicina de la Conciencia entregamos las herramientas para entender el verdadero origen de las enfermedades donde participan básicamente los patrones condicionados colectivos e individuales y las maneras de encausar su resolución.



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Dr. Ángel García Montero
Con más de 25 años de práctica médica y más de 15 años de investigaciones científicas, el Dr. García plantea que el cuerpo no enferma sin la participación de la Conciencia y que todo abordaje terapéutico debe realizarse de forma integral la química del cuerpo físico, el patrimonio energético y por supuesto, La Conciencia.

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