El Cáncer la guerra oculta


Por el Dr. Ángel García, Fecha: 14-09-2014

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En el año 1800 de cada 1000 personas solo 50 se le diagnosticaba cáncer, en 1900, cien años después, esta cifra aumentó 10 personas más, es decir, de cada 1000 personas 60 enfermaban de cáncer. Para 1980 de cada 1000 personas 80 padecía la enfermedad, en aproximadamente 80 años aumento en 20 personas. Pero en los próximos 20 años algo pasó en el mundo que esa cifra creció alarmante y groseramente. Para el año 2000, en los comienzos del siglo 21, de cada 1000 personas ya se le diagnosticaba cáncer alrededor de 350 personas, en sólo 20 años la cantidad de personas que enferman de patologías oncológicas se cuadruplicó, y según esta proyección, para esta fecha esa cifra debe estar en 500 de cada 1000, quiere decir que la mitad de la población tendrá cáncer en algún momento de su vida.

Según cifras aproximadas de la organización mundial de la salud, para este año 2014 unas veinte millones de personas estarán padeciendo de cáncer. Este salto estadístico es abismal, no obstante, esto no parece mover la percepción de las organizaciones mundiales ni de los claustros académicos en torno a una solución concienzuda al respecto. Se sigue buscando en el mismo callejón sin salida de la medicina sintomática y biologisista.

La medicina convencional muestra signos externos que aparentan un gran avance y desarrollo, solo hace falta pasearse por un hospital de un país del primer mundo para palpar el lujo y la vertiginosa tecnología que existe en torno a la atención médica, sin embargo, esto sólo es en la forma. La atención médica carece alarmantemente de una filosofía que acerque al paciente al componente humano de la enfermedad.

La aparatología y los sofisticados protocolos de tratamiento son, a decir verdad, una ilusión, esconden una gran debilidad, la ceguera del determinismo biológico que ve el cuerpo como una maquina momificada, sin percatarse que el territorio orgánico no es sino una pantalla que muestra resultados de procesos internos donde la historia humana expresa sus mensajes en signos y síntomas físicos.

El sistema médico convencional secuestra a los pacientes, especialmente a las personas con cáncer, las personas con diagnósticos oncológicos se ven prácticamente obligadas a realizar tratamientos en actitud totalmente pasiva, estas personas pierden la libertad de conocer en que se basan y de dónde surgen las decisiones en torno a sus tratamientos. Los especialistas aplican unos protocolos rígidos que salen de congresos que organizan las trasnacionales de los medicamentos que cobran y se dan el vuelto en este diabólico juego, el especialista cree ciegamente en esos protocolos y no se detiene a pensar que 1 de cada 2 personas morirá en los próximos 5 años después de haber completado dichos protocolos, y que la quimioterapia solo beneficia de manera definitiva a 1 persona de cada 20, es decir, tiene un resultado de apenas 0,5 %, pero si profundizamos un poco nos daremos cuenta que esa persona entre 20 sobrevivió a pesar de la quimioterapia.

Estudios bien sustentados plantean que la quimioterapia condiciona la aparición de células cancerígenas en tejidos que estaban sanos al momento del tratamiento, esto se explica perfectamente porque precisamente el cáncer aparece cuando las células normales mutan a células cancerígenas por el elevado nivel de toxicidad del territorio tisular, toxicidad que se origina por la deshidratación de los tejidos, la poca presencia de oxigeno y la disminución de patrimonio eléctrico de la membrana celular. La célula se ve obligada a mutar para poder sobrevivir en tanta basura, basura que es incrementada por la gran toxicidad de los quimioterapicos, el más grande contrasentido de la medicina, todo sea por las astronómicas ganancias de las trasnacionales.

En Medicina de la Conciencia privilegiamos el trabajo basado en el elemento humano que participa en el desencadenamiento y posterior desarrollo de la enfermedad, lo único que puede garantizar una verdadera curación es trascender las memorias insanas que sirvieron como disparador de la mutación celular, tenemos que salir de la ilusión biológica que nos conduce al pensamiento condicionado y errado de que la enfermedad surge en la célula, la célula solo se ocupa de mostrar un proceso que nace en la profundidad de la conciencia humana y es allí donde se encuentra la posibilidad de sanar.
Solo es posible sanar cuando rompemos el circuito neuro-químico-energético que mantiene abierta la retroalimentación de la condición enferma y, para esto, hay que introducirse sabiamente en la manera como la persona ha vivido. En la historia misma de la persona que desarrolla una enfermedad que compromete la existencia generalmente encontramos circunstancias traumáticas que originaron la incompetencia de los sistemas que sostienen la vida, tanto en los dispositivos neuroquímicos como en el campo de la energía vital, dejar de lado este aspecto es un engaño garrafal que solo conduce a la frustración.



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Dr. Ángel García Montero
Con más de 25 años de práctica médica y más de 15 años de investigaciones científicas, el Dr. García plantea que el cuerpo no enferma sin la participación de la Conciencia y que todo abordaje terapéutico debe realizarse de forma integral la química del cuerpo físico, el patrimonio energético y por supuesto, La Conciencia.

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