Cómo enfermamos


Por el Dr. Ángel García , Fecha: 15-10-2017

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Hace poco más de un año atendí en mi consulta a un hombre de mediana edad proveniente de un pueblo andino, había pasado x varios diagnósticos neurológicos como esclerosis múltiple, Parkinson, angiopatía cerebral, etc. Este hombre había sido secuestrado hacia unos 2 años en su finca de pequeño productor agropecuario la cual heredó de su padre y donde ha trabajado desde niño. Su semblante y expresión reflejaban la estirpe del andino trabajador honesto, humilde, responsable. Crecido en un ambiente de trabajo y sensibilidad natural con todo lo que le rodea. Me contaba en consulta los pormenores del secuestro, el momento más difícil fue cuando discutían entre los secuestradores donde dejar el cadaver después de asesinarlo, él como buen Andino no lloraba pero por dentro visualizaba el dolor de sus hijos y el resto de su familia por su desaparición.

Me contó que fue el momento en que lo bajaban del vehículo rustico donde lo transportaban cuando pensó que el final había llegado, sintió una ola de calor recorrer todo su cuerpo y posteriormente una pérdida de sensibilidad y fuerza que se pronunciaba con más intensidad en el lado derecho. Fue dejado vendado a la intemperie en un lugar inhóspito donde varios días después fue rescatado. A los meses de aquel aciago acontecimiento comenzó a sentir pérdida de fuerza y control en el brazo derecho y temblor en la mano, inició un peregrinaje de visita a los médicos y cada uno daba un diagnóstico distinto. En la primera consulta le hicimos una cura de trauma para aplanar el recuerdo y reducir el impacto emocional, además de otras estrategias, con lo que reflejó mejoría.

Independientemente del diagnostico y tratamiento convencional a seguir en estos casos, es necesario trabajar la memoria del impacto emocional que provocó la parálisis de los sistemas que sostienen la vida. Es la única manera de corregir la falla en el sistema bioeléctrico que mantiene activo el proceso de enfermedad a través del recuerdo no sanado, puesto que esta especie de cortocircuito neuroeléctrico y neuroquímico mantiene una señal activa de manera permanente, de lo contrario la enfermedad seguirá su curso crónico, degenerando los tejidos comprometidos sin que los medicamentos puedan impedir su avance, puesto que estos actúan a nivel químico y no a nivel electromagnético (campo de energía vital) donde si llega el trabajo de la conciencia.

El proceso de aparición de una enfermedad no se desencadena solamente por impactos severos como el vivido por este hombre. La mayoría de las enfermedades surgen de pequeños impactos mantenidos por el malestar imperceptible que producen las molestias del diario vivir, determinadas por las reacciones ante lo que no nos gusta que suceda y que no logramos trascender con estrategias mentales adecuadas.

Cuando se accede mentalmente a una emoción limitante el campo de energía vital cae significativamente, esto es fácilmente demostrable cuando le decimos a una persona que recuerde un momento de dificultad donde haya sentido alteración emocional, bien sea de tristeza o rabia, y acto seguido medimos con test musculares, nos percatamos con facilidad como la persona pierde una cantidad considerable de energía. El territorio celular más afectado es aquel que está relacionado en el mapa de la conciencia profunda con el significado del conflicto en cuestión.

Hasta ahora la ciencia convencional ha aceptado la teoría de los neurotransmisores, sustancias que se liberan a partir de la pensamientos y emociones desde el hipotálamo cerebral y circulan por todo el universo molecular del cuerpo humano, sin embargo, no solamente el terreno neuroquímico se altera con pensamientos y emociones, el campo de energía vital compuesto por los electrones que orbitan alrededor de todo cuerpo vivo modifican su velocidad con los cambios de la conciencia, estos cambios en la velocidad de los electrones en los diferentes campos celulares, tisulares y orgánicos generan una modificación del patrimonio eléctrico de las células que gracias a la bioenergética sabemos que llega hasta 90 milivoltios en la membrana celular.

Para entender el abordaje de la nueva medicina ligada al trabajo de la conciencia es importante saber que nada en la vida carece de significado y que, independientemente que ignoremos los códigos que expresa la conciencia a través del cuerpo, todo lo que sucede en la vida de un ser humano es captado y guardado en el inconsciente. Para la conciencia universal e individual todo tiene un sentido y un significado.

La mente profunda hace intentos disimiles para que, a través del cuerpo físico y emocional, captemos los mensajes de las percepciones discordantes en el diario vivir que ocasionan incomodidad y malestar, producto de patrones condicionados conducentes al dolor y al sufrimiento, sin embargo, la ignorancia generalizada en cuanto a la sabiduría del cuerpo como instrumento del Alma hace que hagamos caso omiso a estos mensajes y se continúen emitiendo esas señales que a la larga producen cambios funcionales y orgánicos que se manifiestan como síntomas y/o enfermedad.

Cuando los técnicos del cuerpo físico examinan el organismo solo estudian el pico del iceberg descifrando solamente lo perceptible fisiológica y anatómicamente, ignorando que han sucedido una serie de acontecimientos mentales, emocionales y energéticos antes que ocurrieran los cambios funcionales o estructurales.

En el caso mencionado aquí los sistemas profundos que sostienen la vida asumieron el mensaje de muerte inminente y algo en la profundidad de la conciencia de este hombre comenzó a morir, a tal punto que empezó a paralizar la parte derecha del cuerpo relacionado con el “hacer”, al no producirse la muerte real esa memoria quedó activada en los archivos holográficos del cerebro, tanto que las funciones relacionadas con el circuito en cuestión se continuaron degenerando tiempo después de lo sucedido, como si la mente profunda continuara haciendo caso a las ordenes de muerte, la cual no se produjo drásticamente, pero muy dentro de él se seguía produciendo lentamente. Solo sanando la memoria del impacto vivido se puede desconectar el circuito mortal para que estas personas mejoren no solo los síntomas físicos de la enfermedad sino que, más importante aún, se reconcilien con la vida.



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Dr. Ángel García Montero
Con más de 25 años de práctica médica y más de 15 años de investigaciones científicas, el Dr. García plantea que el cuerpo no enferma sin la participación de la Conciencia y que todo abordaje terapéutico debe realizarse de forma integral la química del cuerpo físico, el patrimonio energético y por supuesto, La Conciencia.

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